Los seres humanos estamos formados por millones de células cargadas eléctricamente, esto les permite que puedan comunicarse entre ellas y ejercer diversas funciones a lo largo del día y a lo largo de nuestra vida. Un fallo en esta comunicación, puede derivar en la aparición de enfermedades.
La superficie de la Tierra está cargada eléctricamente y cuando estamos en contacto directo con ella (pies descalzos o piel desnuda sobre la tierra, grama, arena y rocas) absorbemos sus electrones que ayudan a neutralizar las cargas de nuestro organismo que se ven diariamente afectadas por la luz artificial, redes inalámbricas, etc. En pocas palabras, el grounding restaura esos campos magnéticos y eléctricos en nuestro cuerpo permitiendo la comunicación esencial entre nuestras células. Si estamos hechos de células y son ellas las que nos permiten vivir, imagínate, la importancia de que puedan comunicarse bien entre ellas.
Esta práctica es conocida como grounding o earthing que con el paso de los años y la vida moderna nos hacemos más ajenos a ella, los zapatos, los suelos de madera, cemento… impiden que tengamos una conexión directa.
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